Despierto con esta cita en mi correo: «Decir la verdad cuando sabemos que nos pesará es la mejor prueba de honradez«, de Dave Weinbaum, que elige una compañera de trabajo, consciente de las consecuencias que ha tenido y tiene esa premisa que entiendo como propia, aunque más bien parece una filosofía, porque en la cruda realidad, la verdad nunca se sirve a la plancha, con un poco de aceite y sal, sino edulcorada, enmascarada, discretamente camuflada con suculentas salsas que aturden el entendimiento, porque nadie quiere, en el fondo (y no tan profundo, a veces), señalarse, pronunciarse…
En otros países, la sinceridad se premia, se aplaude, se reconoce…aquí, no, aquí te convierte en un proscrito…
BSO: Con nombre propio, cortesía de Drexler, a la deriva…
Os la dedico, a ambos, compañeros, aliados, gracias a los que maduro aún más la paciencia y templo el carácter, diestramente…os lo agradezco, pero ya no necesito más pruebas…
En off: Y el círculo se cierra, con los mismos ingredientes, en el mismo escondite…
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